Cuando el cosmonauta emprende su viaje hacia el espacio se encienden faros en sus ojos. No hay día ni noche, solo el humo de su nave espacial de siete puntas que traza la ruta a seguir por la galaxia. Y bajo sus pies queda la muchedumbre mecanizada, que no se entera de nada, donde solo unos pocos se salvan.
- El cosmonauta. (Elbicho)
martes, 30 de agosto de 2011
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