Sus sentimientos le son
lo que el sol le es a un alérgico a la luz:
le duelen en los ojos.
Sufre de alergias y dolores,
de miedos y espantos,
se agazapa y llora.
Piensa que tus fantasmas
son suyos también,
y son más de él
que de nadie.
Pero no hay dosis suficientes
contra la cobardía
en una sangre tan tóxica,
tan fría,
tan oscura.
No hay veneno eficaz.
No cabe tanto miedo en vena
y el corazón desborda.
Las palabras son fuego
para sus oídos de ceniza:
las escucha doler.
Cree que vive y sabe todo.
Cree.
Pero sin saber apenas nada
muere cada día
un poco más.
martes, 16 de febrero de 2016
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