sábado, 21 de enero de 2012

Human being.

Me quedé en la calle. Observé como se quemaba. Me imaginé el aspecto de los torsos sin extremidades que se hallaban dentro, de los pechos ennegreciéndose, de los vientres ardiendo lentamente, estallando en llamas uno a uno. Me quedé durante una hora y nadie salió de allí.
Permanecí ahí, bajo la luz del fuego, arrasado por el calor, la mancha de sangre de mi pecho como el continente de un mapa, nuevo y violento. Me sentí purificado, sentí como este tenebroso planeta giraba bajo mis pies, y supe cual es ese secreto que solo los gatos conocen, ese que les hace gritar como bebés en la noche.
Miré al cielo a través del intenso humo lleno de grasa humana y vi que Dios no se encontraba ahí. Vi que esa oscuridad fría y asfixiante se extiende hasta el infinito, vi que estamos solos.
Vivimos nuestras vidas, puesto que no tenemos nada mejor que hacer, más adelante ya les buscaremos un sentido.
Venimos de la nada; tenemos hijos que se encuentran atados a este infierno al igual que nosotros, y volvemos a la nada. No hay nada más.
La existencia es algo fortuito. No hay ningún patrón salvo el que imaginamos cuando nos quedamos mirando fijamente durante mucho tiempo. No tiene ningún sentido, salvo el que elegimos imponer.
Este mundo que va a la deriva no está moldeado por vagas fuerzas metafísicas. No es Dios el que mata a los niños, ni es el destino el que los despedaza, ni es la casualidad la que se los da de comer a los perros.

Somos nosotros. 
Solo nosotros.

3 Gritos al vacío :

Mery Carballido dijo...

Leer esto mientras escuchas la canción de Eduardo Manostijeras produce escalofríos. Y la verdad, me has dejado como... fría. Gracias por hacerme reflexionar.
Un beso:)

Stumbleine dijo...

Lo escrito no es casero, pero me hizo tanto daño leerlo que he tenido que plasmarlo en este fondo oscuro de blogger. Quedaba bien con la estética del blog, me impactó y sintonizaba con la realidad, ¿qué más se puede pedir?
:)

Marie dijo...

La cruda realidad siempre duele.

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lugares donde gritar.