miércoles, 27 de julio de 2011

Los milagros nunca vienen solos.


Todo lo que en el mundo he amado es una canción, un teatro, y a tí.
Vienen acompañados de tí, de mí, de la vida. De las cosas que no nos decimos pero sabemos. De tu presencia y tu mirar, de tus sucios juegos y mis falsas trampas.

De las ausencias y las lejanías, de los trenes perdidos y los depósitos agotados. De mirar al horizonte y no saber dónde nos encontramos, pero sí dónde encontrarnos. De conocernos y desconocernos cada vez que se nos antoje. De ser nuevos amantes cada día y viejos para el ayer. De querernos y, por ello, asustarnos.

De lo que no es tuyo y mío, sino nuestro. De tí, de mí, de la vida.

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