martes, 4 de enero de 2011

Renunciando a tus astrolabios.


Tendida, extiendo los brazos y espero inmóvil a que el suelo quiera hablarme con golpes de tos.

Y cuando me concentro en las llagas que separan las baldosas, estas se retuercen sin piedad entre tus sueños y los míos. Y gestro tras gesto, continúas aterciopelando lo que vas rozando al desbordarte, al desnudarte, al caerte en picado fuera de los límites previamente establecidos.

Y te noto, te siento en las costuras de mis sábanas cosiéndote con crujidos de reloj...
Crujidos que me atan con raíces fuertes y rizadas a tus límites y me excluyen de los míos. Crujidos que desean ser sonidos melódicos donde podamos posar el aliento, y finalmente, dejar caer el alma.

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