Aquella noche me contó que él creía que la vida nos concede a cada uno de nosotros unos escasos momentos de pura felicidad. A veces son sólo días o semanas. A veces, años. Todo depende de nuestra fortuna.
El recuerdo de esos momentos nos acompaña para siempre y se transforma en un país de la memoria al que tratamos de regresas durante el resto de nuestra vida sin conseguirlo.
Para mí esos instantes estarán siempre enterrados en aquella primera noche.