sábado, 31 de octubre de 2009

Ella le pidió que la llevara al fin del mundo...



Me acabo de dar cuenta de que sí que era feliz contigo. El problema era yo, que pensaba que la felicidad se trataba de algo distinto, superior, algo que aspiraba a más pero aún así era intenso, más palpable, más real.

Y tarde, como siempre, he sabido que no, que la felicidad no puede ser más palpable de lo que sentí al saber que me agarraba a ella y no me daba cuenta. Jamás volveré a aferrarme a nada con tanta fuerza y seguridad como lo estaba haciendo en aquellos momentos. Y eso que todo lo que estábamos viviendo resultó ser mi último objetivo, pero el principio del nuestro. O quizás no fue un principio, ahora se que definitivamente, se trataba del final y la conclusión de tanta aventura juntos.

Desconocer mi propia felicidad me ha hecho reflexionar al haberla perdido hace unos años, que fue cuando realmente llegué a saber que la vida contigo era la felicidad en su más puro estado, y nuestros momentos la construían cada día, que fueron esos único e irrepetibles días donde de verdad conocí al mundo y me conocí a mí mismo.


Pero de eso me he dado cuenta hoy, un domingo como cualquier otro, tirado en el sofá mirando la tele y sin ver apenas nada, mientras te recuerdo a ti y a lo que ahora se reduce a cenizas. Aquí estoy respirando, por hacer algo, casando de mi vida, mi rutina y mi trabajo, ese al que tanto aspiraba y ahora resulta ser un componente insignificante sin necesidad en mi latir diario, cosa que tú sí.
Acabo de encontrar mi camino a las diez y media de la noche, entre aburridas meditaciones y la nieve del jardín, mientras yo me sumerjo en mi tiempo perdido y probablemente, tú compartas cama con tu marido y le cuentes cuentos a tus hijos antes de dormir. Pero bueno, de orgullo estamos hechos, y nada tengo que envidiarte... Yo me los cuento a mí mismo, ¿no?

Who wants to live forever?



Y si llueve saldremos a la lluvia a lavar las vidas que van acumulando mugre... Tanta mentira, tanto fingir, tanto desastre.
Y si llueve saldremos a la lluvia a vaciar el semillero de sonrisas y a esperar cosecha en la silla de parar las prisas... Tanto correr, tanto asentir, tanto quemarse.
¿Qué más puedo anhelar si el tiempo es un pájaro de alas cortas que vuela alto y fuerte?

Si es que sincera he de ser. y me escucháis, os contaré que hoy me siento un poco sola, sólo un poco.

Porque un pasado roto no es nada, al final te das cuenta de que nunca estuvo entero del todo. Tú sabes de los vaivenes del ánimo, de lo deprisa que pasan los años, del reptar de las obligaciones, de lo poco que duran los momentos brillantes.
Tú sabes que los días apenas nos dan para un vivir apresurado, tú sabes que tuvimos alas, que el presente ya es pasado sobre el oscuro abismo en que te meces...

viernes, 14 de agosto de 2009

Donde nos llevó la imaginación, donde con los ojos cerrados se divisan infinitos campos.

A trabajos forzados me condena mi corazón, del que te di la llave..
No quiero tormento que se acabe, y de acero reclamo mi condena.
No concibe mi alma mayor pena que libertad sin beso que la trabe, ni castigo concibe menos grave que una celda de amor contigo llena.
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No creo en más infierno que tu ausencia. Paraíso sin ti yo lo rechazo... Que ningún juez declare mi inocencia.
Porque en este proceso a largo plazo, buscaré solamente la sentencia a cadena perpetua de tu abrazo..

sábado, 8 de agosto de 2009

Un futuro incierto.

Siempre me hacía esperar, en todas las quedadas, citas o como diablos queráis llamarlo. Decía que lo bueno se hacía esperar. Y si mal no recuerdo (más quisiera yo que así fuese), aquel día no lo hizo, no me hizo esperar como de costumbre, apareció a su debida hora.
Allí estaba, brillante y taciturno, con su perfil solitario, sentado en ese frío escalón bajo el porche intentando cobijarse del invierno. Desprendía un aliento tan arrollador y cortante como hojas afiladas, acompasando su respiración al palpitar de su corazón. Era algo así como… lo más asemejado a la perfección humana. Así era él le quisiera más o menos, le conociera o no.


Yo me apresuraba a llegar hasta el escalón, y él me miraba a lo lejos sin quitarme ojo de encima, parecía hipnotizado. Al acercarme a él pude contemplar sus ojos contenidos en lágrimas, o lo más parecido a líquido amniótico, porque mirarle a los ojos era como nacer de nuevo… Ver la luz, romper a llorar, tomar mi primer aliento y sentirme acunada en los brazos de alguien. Pero todo se desintegró en el momento que pronunció palabra, perdí las riendas de mi vida por completo. Fue ese preciso instante. El mundo que me rodeaba, la gente, los edificios, el suelo que pisaba e incluso el aire parecían difuminarse y resultaron ser una simple alucinación, una ilusión óptica que dependía de una palabra para desvanecerse y destruirse al ritmo de mis pulsaciones. Vi claramente como los yacimientos de los edificios se quebraban y resquebrajaban para saltar al vacío, como el suelo se agrietaba bajo mis pies, como la gente que parecía respirar, se transformaban en inertes maniquíes que se desintegraban también junto al despedazado mundo en el que yo había creído vivir hasta ahora. Por primera vez, sentí miedo.


Vino justo a tiempo solo para decirme que la vida está llena de equivocaciones de las que nunca tomamos referencia o que siempre volvemos a cometer , fallos que en el fondo no nos hacen aprender, si no que nos provocan el mismo error, irrevocable. Eso es, las decepciones nunca vienen solas, sino una tras otra. Y él me lo estaba demostrando.

Las palabras no podían salir de su boca... con lo fácil que es enfilar sílabas y lograr que signifiquen algo… o que no lo signifiquen. No es tan complicado decir lo que el intentaba expresar, algo tan común como un “Ya no te quiero”. Pues no bastó. Siguió hablándome de los errores, los sueños y aquello que no había podido hacer en lo que llevaba de vida, que por lo visto, era algo a lo que no iba a renunciar por el simple hecho de enamorarse.


Me dijo que la vida es una función que nunca termina o que acaba porque nosotros mismos le ponemos fin, trágico o cómico, pero después de todo, un final para quien no haya sabido disfrutar del principio. Y me recordó, que lo bueno de la vida es, que a pesar de caer enamorados una vez y tener la certeza de que jamás vas a querer a nadie de igual manera, logramos olvidar a esa persona y volvemos a caer rendidos a los pies de otra, haciendo renacer en el mismo pensamiento. Lo bueno de la vida es que somos estúpidos pero lo aceptamos, porque no sabemos asimilarlo bien del todo, somos unos ingratos e insensibles, quejicas y débiles, vividores e incomprendidos, inmaduros y sabios, felices… Felices, je, qué irónico. Jamás habría dicho que fui feliz en ese momento, más bien acepté la derrota.

Y, que lo bueno de la vida es… en fin, tal y como es, vivirla. Sin direcciones opuestas, sin saltos al pasado y sin arrepentimientos.


Sus frases daban vueltas en torno a mí, a nosotros; a tú, yo, nuestro. Y así sucesivamente. Juraría que le temblaba la voz y que rompería a llorar de nuevo si no constara de su tremendo e intocable orgullo. Pero en fin, así es él, unas veces gris y otras veces negro, oscuro, olvidado. Me recordó (aunque yo diría que intentó convencerme) que había sido la persona con la que más había compartido y a la que había amado con diferencia… y entonces fue cuando llegué a cuestionarme si alguna vez había compartido algo, si alguna vez fue partidario del acto de bondad o del voto a la igualdad. Incluso me pregunté, con la respuesta bien asegurada, si había querido a alguien en algún punto de su vida, de su absurda y temerosa vida.


No se si fue el nerviosismo que me inundaba o el rencor que nacía en mí el que me hacía pensar que le empezaba a odiar y que solo sabía escupir mentiras. Ni yo misma me lo podía creer, la persona a la que estaba dando todo, entregando cada parte de mi alma y cada rincón de mi ser, cada imperfección clasificada como “máxima imperfección perfecta”... Ese ser humano que para mí era el sentido, la razón, el núcleo, el por qué… quedaba a un solo paso del “adiós”.

viernes, 31 de julio de 2009

Deshacer los nudos dormidos, y así mecer el filo del cielo.

Con viento del Este hiciste una cama y soplaste sobre ella para templarla, y con el murmullo de tu voz de agua me cantabas nanas sin letra.

Y dormíamos tan juntos que amanecíamos siameses.
Y medíamos el tiempo en latidos..
Y en tus dedos yo tocaba mis canciones, dedos de teclas de celesta.


Tu pulso tamborileaba en mis sienes y muñecas como diminutas patas de ciempiés..
Y nos repartíamos los labios, los dientes y el hipo.
Y del alfabeto, las impares.


Y en tus dedos yo tocaba mis canciones..


-
...


"Y despertar, ahora solo depende de mí y de la tormenta.. Respirar, sentir la lluvia, resbalar sobre la cama..."



miércoles, 24 de junio de 2009

Demasiado charco para este barco de papel.



Mi vida empezó cuando te encontré y creí que había acabado cuando no pude salvarte. Creía que al aferrarme a tu memoria nos mantenía a los dos con vida, pero me equivocaba...
Una mujer llamada Teresa me ha enseñado que sí tenía el valor de abrir mi corazón podría volver a amar por muy terrible que fuera mi pesar. Ella me hizo comprender que solo estaba vivo a medias, eso me asustó y me dolió. No supe lo mucho que la necesitaba hasta aquella noche en que la vi alejarse, cuando aquel avión despegó sentí que algo se desgarraba dentro de mi, y lo supe, debí deternerla, debí seguirla hasta su casa.

Mañana voy a navegar hasta el cabo del viento y te voy a decir adiós, luego iré junto a esa mujer para ver si puedo ganarme su amor. Si puedo sé que nos daras tu bendición a mi y a todos nosotros. Si no puedo seguiré teniendo una bendición, ya que habré tenido el privilegio de amar dos veces en mi vida. Ella me ha dado eso y si te digo que la amo tanto como te amaba a ti... entonces ya sabes el resto de la historia. Descansa en paz amor mío.

martes, 16 de junio de 2009

Derrota de una gran victoria.

Otro día más luchando para alagar esta batalla... Batalla que no se sabe cuando acabará, si concluirá al fin o si seguirá ardiente matando las almas de los que la enfrentan, de los que la sufren, la envisten, la viven, la aguantan.

Dura guerra entre corazones que van muriendo en un charco de sangre... Poco a poco respiran el último aliento de estos pálidos cuerpos.
Un par de corazones que solo a veces se dan vida mutuamente para seguir soportando esta triste pelea por amor...












Textodehacemilaños.



domingo, 7 de junio de 2009

Yo más, y de antes.

Hay un momento para todo. Hay ocasiones en las que conoces todo dolor, porque quizás es el que lloran tus ojos. Y quieres gritar. Gritar hasta quedarte sin voz.
Odias reflejarte en el espejo, das pena. Es como si... te compadecieras de ti misma, y te ahogas. Te ahogas en los charcos, te tropiezas en lo más llano del suelo, te caes. Es incómodo incluso respirar.
Sabes que tienes una vida vacía, ocupas un lugar que realmente está vacío, tus días yacen apagados, te hundes en abismos que ni siquiera tú conoces y estás rodeada de, en fin, eso, vacío. Nada más.

En cambio, otras veces, amaneces riéndote de todo, incluso de tí misma. Te encanta mirarte en el espejo. Esta vez si gritas, es de euforia, y nadas en los charcos donde antes te ahogabas. Respiras con soltura, sientes que tu vida puede estar llenándose y cobrando algo de sentido, y entonces, te da por pensar. Sabes que algo está pasando. Te enamoras...

Sí, te enamoras. Entonces crees que has cometido el error de tu vida, que debes estar equivocándote, que se acerca el apocalipsis, que el mundo se está acabando, es el fin. Pero no. Te das cuenta de que el apocalipsis hubiese sido no descubrir lo que ahora sientes y que el mundo se acaba si él se marcha. Si se marcha y no vuelve.

En ese mismo instante es cuando reconoces que abres los ojos simplemente para verle de nuevo y los cierras imaginándole. Y que cuando miras, solo lo haces en dirección a sus ojos.
Así es. Y lo cierto es que te encanta verle respirar aunque nunca se lo digas. Adoras observarle cuando él no sabe que lo haces, cuando vigilas sus gestos, su expresión, su cara, su perfección inhumana.
Te giras y nunca sabes por donde aparecerá otra vez. También te encanta, aunque tampoco se lo digas. Pero lo mejor es como sonríe y el tacto de sus manos. Es increíble y abrumador. Fascinante.

Deberías pedirle más besos a menudo, por si alguna vez resultan ser pocos. Deberías recordarle todo lo que le deseas a cada minuto, pero el día no consta de tanto tiempo como el que necesitas para hacérselo entender.


Sí, lo sé. Me he enamorado y es el fin del mundo, pero ojalá el mundo acabase así todos los días...

Presentación fúnebre.


Buenas.
Bien, puesto a que esta es mi primera entrada del blog y son las 1:30 de la mañana de un sábado de estudio intensivo, debo decir que no me voy a explayar mucho. Voy a dejar aquí un pequeño texto sobre una peli que me gusta mucho. 'Mi vida sin mí'.







"Rezas para que esta sea tu vida sin ti. Rezas para que las niñas quieran a esta mujer que se llama como tú y para que tu marido acabe por quererla. Para que vivan en la casa de al lado y las niñas usen el remolque para jugar a las muñecas, y apenas recuerden a su madre que dormía de día y las llevaba de viaje en canoa. Rezas para que tengan momentos de felicidad tan intensos que cualquier pena parezca pequeña a su lado.
Rezas a no sabes qué ni a quién, pero rezas, y no sientes nostalgia por la vida que no tendrás, porque para entonces habrás muerto, y los muertos no sienten nada, ni siquiera nostalgia".















Loerestodo.